ogon 永遠で一瞬の、ハッピーのために。

＜p＞Hace muchos a?os, muchos, hab?a un peque?o pueblo al noreste del estado de Durango, llamado El Refugio, y su situaci?n geogr?fica no era ning?n privilegio respecto a los dem?s pueblos, ranchos, villas, y ejidos circunvecinos, pues se encontraba algo apartado, por no decir escondido de los dem?s y c?mo a 15 kil?metros del camino principal conocido entonces c?mo Camino Real, dada la importancia de este camino c?mo arteria vial. Este Camino Real pues, un?a varios ranchos y ejidos de m?s o menos importancia y entroncaba al fin con una carretera llena de baches y parches que iba a Torre?n, G?mez Palacio y Lerdo; ciudades con mucho auge comercial unidas entre s? por aquel important?simo medio de transporte: el rom?ntico tranv?a. Toda esta vasta extensi?n territorial ya era conocida c?mo Regi?n Lagunera, pues los r?os Agua- naval y Nazas irrigaban toda esta ?rea en una de canales, tajos y acequias, llevando su vendito l?quido hasta los lugares m?s rec?nditos, tales como El Refugio, convirtiendo a esa ?rea en todo un oasis, ya que por naturaleza todo el norte del estado de Durango es semides?rtico. A pesar de su aislamiento El Refugio s? se pod?a considerar privilegiado respecto a otros pueblos de esa ?rea pues contaba con un centro c?vico, t?pico de la mayor?a de los pueblos provincianos c?mo lo era una plaza con ?rboles muy altos; sabinos, ?lamos y fresnos, que aunque muy viejos y muy terrosos, estaban muy frondosos; pues agua no les faltaba. La placita aquella luc?a corredores muy limpios enfilados por bancas de madera y m?rmol, cortes?a de los frailes que construyeron la parroquia Del Refugio, patrona del pueblo y que dio origen a su nombre. A pesar de que el tiempo ya ense?aba su paso en aquellas a?ejas y terrosas canteras de esta parroquia, el delicado arte de recias manos de anta?o prevalec?a en todas las figuras esculpidas en aquellas piedras a todo lo ancho y a todo lo alto de los pilares que rodeaban la explanada frontal del atrio, arte que se apreciaba tambi?n en la hermosa arquitectura alrededor de la gran puerta frontal e iba hasta lo m?s alto de sus torres donde el incesante revolotear de las palomas espantadas por el ta?er de las campanas daban un toque rom?ntico y muy especial a las soleadas tardes a la hora del rosario. Por el otro frente de la plaza, en la calle hasta el otro lado opuesto de la Iglesias estaba aquel alto edificio de adobe de dos pisos; viejo terrosos y despintado que al parecer en sus buenos tiempos fue amarillo, despu?s verde y luego otra vez amarillo a juzgar por algunas descarapeladas en lo alto de sus paredes; este edificio ocupaba toda la cuadra y ten?a en su parte baja un gran portal?n que iba a lo largo de toda la finca, sostenido por una fila de gruesos, altos y redondos pilares tambi?n de cantera unidos all? en lo alto en forma de arco, y es por eso que a ese lugar all? frente a la plaza se le conoc?a como: Los Arcos. Es dif?cil imaginar que en un pueblo c?mo este hubiera un hotel, pero los hermanos Rodr?guez que para entonces eran los due?os de este gran edificio all? frente a la plaza le sacaban provecho rentando los cuartos de arriba, y la verdad es que casi nadie ocupaba; fuera de uno que otro merolico o cachivachero barato que se aventuraban a vender por todas aquellas rancher?as, tomando el hotel como centro de operaciones, los unos a vender desde v?seles para retrato, hasta cortes y retazos de tela; y los otros desde brillantinas y cremas, hasta pomadas que lo curaban todo, as? como t?nicos levanta muertos. Algunos de ?stos merolicos contaban con sus camionetas de sonido; Pakard, De Soto, Estudebaker, International, sin faltar el popular?simo Foringo; muebles, que dadas sus posibilidades econ?micas, los compraban muy viejos y algo baratos, all? de los yonques del ‘Otro Cachete’ (as? llamaban ellos a Los Estados Unidos) pero sin duda alguna, eran muebles muy buenos pues casi no se les descompon?an. En la cajuela de estas unidades ellos colocaban un generador de energ?a el?ctrica,＜/p＞画面が切り替わりますので、しばらくお待ち下さい。

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